domingo, 28 de agosto de 2011

Cosmetología

Muchas personas al oír la palabra cosmético solo piensan en pintura de labios, cremas hidratantes para la piel, sombras de ojos, etc. Es decir, relacionan la palabra solo con los cosméticos utilizados por las mujeres, cuando en realidad los cosméticos hoy en día son utilizados tanto por los hombres como por las mujeres, haciendo de estos una necesidad.

 La cosmetología es el  estudio de los cuidados de la piel y de las técnicas destinadas a embellecer.(1)

La historia de la cosmetología no empieza en Grecia, sino que se remonta a mucho más atrás en el tiempo, los egipcios eran bien diestros en el arte del maquillaje y del peinado. Los egipcios mezclaban alheña con cieno para cambiar la apariencia natural de sus cabellos negros, mojando el cabello con el cieno y enrollando pequeños mechones de cabello alrededor de delgados palillos y dejándolo secar al sol. El primer uso de esta técnica fue registrado alrededor de 1500 años A.C. se dice que Cleopatra era muy hábil en el arte de la aplicación de maquillaje y en combinar cosméticos y perfumes. Con el advenimiento de los expertos griegos, el arte de los peinados floreció y llego a Roma, las damas romanas se teñían y aclaraban el cabello en admiración y envidia del color dorado de los nórdicos que eran traídos a Roma como esclavos.

La cosmetología continúo creciendo y eventual mente fue considerada como medicina. Durante la edad media la cosmetología fue separada de la medicina y resumió su desarrollo como una profesión separada a comienzos del siglo XIV. En 1370 hizo furor en Europa un agua perfumada compuesta por tintura de romero, cedro, trementina y alcohol llamada Agua Húngara. Venecianos y Genoveses fueron activos comerciantes en cosméticos. Catalina de Médicis, al casarse con Enrique II de Francia, introduce en Francia las técnicas de fabricación cosmetológicas.   Del siglo XVI data un anónimo escrito en castellano titulado “Manual de mujeres en el cual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas”, el cual contiene numerosas recomendaciones sobre la fabricación de cosméticos.

“En Japón, las geishas usaban lápices labiales hechos a partir de pétalos aplastados de cártamo para pintarse las cejas y la comisura de los ojos al igual que los labios. También usaron como base de maquillaje barras de cera bintsuke, una versión más suave de la cera depiladora de los luchadores de sumo. Pasta blanca y polvos coloreaban el rostro y la espalda, el ojo se delineaba con rouge, que también definía la nariz. Los dientes se coloreaban con pintura negra para la ceremonia cuando las Maiko (aprendices de geisha) se graduaban y se volvían independientes”.

En el siglo XVIII se expande la cosmética. En 1770 el Parlamento Inglés promulgó un curioso decreto prohibiendo el uso de afeites y declarando nulo cualquier matrimonio dónde la mujer hubiese usado tinturas, pomadas, afeites o cualquier otro artificio para mejorar su rostro. Josefina, esposa de Napoleón, gastó fabulosas sumas en pomadas, cremas y perfumes que le conseguía Monsieur Lubin, su proveedor. En el siglo XX los franceses y luego los americanos crean toda una industria farmacológica apoyada por los descubrimientos científicos. Nuevos productos invaden el mercado continuamente. Los productos de belleza dejan de ser productos de lujo para llegar a las más amplias capas de la población.

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